7/6/13

Fracaso y descrédito del juicio por jurado

Por Argentina sin Juicios por Jurado

Caricatura (circa 1915) que retrata un jurado en los Estados Unidos (EE.UU.)
La leyenda reza: "Nuestro deficiente sistema de jurado"

Las agrupaciones pro-jurados pregonan ―mintiendo descaradamente― que el sistema de enjuiciamiento del juicio por jurado se aplica exitosamente en todo el mundo. Nada más apartado de la realidad. El juicio por jurado es un fracaso a nivel mundial y no hay país que lo haya implementado en el cual no haya caído en el mayor descrédito.

En Estados Unidos el juicio por jurado es un fracaso que se cobra víctimas todos los días. Como sólo pueden realizarse un mínimo porcentaje de juicios (el juicio por jurado es caro y lento), se otorga a los fiscales una enorme capacidad de negociación respaldada en la amenaza de penas desmesuradas. Los reos inocentes se ven a diario en la disyuntiva de admitir que son culpables (aunque no lo sean) para cumplir una pena que les permita salir libres algún día, o someterse al peligro de ser condenados a penas eternas en manos de un jurado inexperto y vindicactivo. Los reos culpables, en la vereda opuesta, tienen en el jurado una posible escapatoria a la pena. Es célebre el caso O. J. Simpson en el cual primaron prejuicios raciales (el racismo tiene una enorme influencia en la justicia de EE.UU.) y la fama del victimario por sobre la justicia del caso.

En el Reino Unido tampoco los juicios por jurado tienen un buen desempeño. El sistema es tan retrógrado y oscurantista que registra una condena por brujería ¡en el siglo veinte! en el caso Duncan de 1944. También es tristemente célebre el caso Sally Clark en que una madre fue injustamente condenada de matar a dos de sus hijos reciennacidos que fallecieron por muerte súbita, con sustento en absolutamente ninguna prueba, sino tan sólo en un guarismo estadístico (que encima era incorrecto). Es por este rotundo fracaso de los jurados, su elevado costo y los problemas que adicionan los modernos medios de comunicación (p.ej., la amenaza de Twitter), que el Reino Unido está haciendo una paulatino abandono del juicio por jurado.

En España el fracaso no pudo ser más dramático, siendo todos los informes extremadamente críticos. En menos de diez años de aprobada la ley de juicio por jurado, ya era una instutición avocada a su desaparición. No es para menos, teniendo en cuenta la cantidad de horrores judiciales que dieron origen. El más célebre de todos ha sido el caso Wanninkhof, en el que una mujer fue condenada de matar a una amiga sobre la base de ninguna prueba, debido al clamor popular existente (luego fue atrapado y condenado el verdadero autor).
Pero los casos se multiplican:
Tan lamentable ha sido el desempeño de los jurado en España que cotizan en baja, carecen de credibilidad, son objeto de duras críticas y permanentemente son puestos en tela de juicio. El juicio por jurados ha sido rechazado incluso por miembros del jurado. Actualmente se celebran cada vez menos y legislativamente se procura limitar al máximo su aplicación (paso previo a su eliminación).

El fracaso del juicio por jurado se extiende a países como México, Uruguay, Sudáfrica, Singapur y la India, en los que se intentó su instauración sin ningún éxito. También han fracasado en Costa Rica, en Nicaragua, en Puerto Rico y Venezuela, a pesar de que aún no se los ha abolido.

Nuestra experiencia en Argentina ha sido muy mala y también deficitaria, aunque engañosamente se la publicite como exitosa. El fracaso se ha puesto en evidencia en las tres provincias en la que se aplicaron este nefasto sistema de juzgamiento: en  Córdoba cuyos resultados han sido insatisfactorios; en Neuquén donde ha producido grandes polémicas y en Buenos Aires, que camina hacia el colapso total.

El descrédito del juicio por jurados en todos los lugares mencionados ha sido inmenso. Los ciudadanos, primeramente engañados por la supuesta panecea que les vendieron los políticos y promotores del sistema, se vieron sometidos a un modo de juzamiento injusto, caro, lento y antidemocrático.

Los únicos países en los que el descrédito no ha sido tan violento son EE.UU. y el Reino Unido, pero por una sencilla razón: como siempre aplicaron el juicio por jurados, carecen de ciencia penal que les permita darse cuenta del disparate en los que incurren a diario. Están tan ciegos por su absoluta ignorancia jurídica, que siguen confiando en su primitiva institución.

La síntesis de todo lo expuesto es que Argentina está a punto de sumarse al patético club del fracaso y del descrédito. Es lamentable. Si en vez de repetir los falsos clichés de los "juradistas", los periodistas y legisladores se fijaran en la espantosa experiencia de otros países con los juicios por jurado, nuestro país se podría ahorrar una enorme pesadilla.

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