1/10/16

El juicio por jurados es enemigo de la ciencia penal

Por Argentina sin Juicios por Jurado

Grandes penalistas cuya valiosa ciencia penal destruye el juicio por jurados

El derecho penal es una ciencia apasionante y bien compleja que ha ocupado siglos de arduo y fecundo estudio. Es necesario leer cientos de librosestudiar miles de páginas para saber algo de ella, y poco se aprende con la mera lectura del código penal o escuchando un par de instrucciones brindadas por los jueces a los jurados populares.

Los penalistas abordan el estudio de la prolífica y preciada ciencia penal bajo el rótulo de la teoría del delito, que es el análisis científico de los presupuestos fáctico-jurídicos que necesariamente deben concurrir para poder afirmar la existencia de un delito.


El desarrollo de la teoría del delito no ha sido nada sencillo, ya que la ciencia penal es muy sofisticada. Únicamente mediante el invaluable aporte acumulado de un gran número de penalistas eruditos y brillantes ha sido posible arrojar luz sobre una ciencia tan rica, sutil y perfeccionada.


La importancia y utilidad de la ciencia penal es evidente para todo aquél que haya estudiado la teoría del delito. Ella permite no sólo establecer si existe o no un delito en caso en concreto, sino además distinguir los supuestos que aparecen como iguales, pero no lo son. De modo que sin el dominio de la teoría del delito es imposible garantizar un recto juzgamiento.

 
El estudio de la "teoría del delito" ha ocupado miles de páginas (p.ej., la Nueva Teoría del Delito está compuesta de 15 tomos). El juzgador requiere este conocimiento para juzgar rectamente

El juicio por jurados atenta contra la ciencia penal, porque la teoría del delito se transforma en algo inútil (que no conocen los que juzgan) y, de este modo espurio, las formas y los ritos (y no la ciencia penal) es lo único que queda. La justicia penal se convierte en una cáscara sin contenido: es puro proceso.

Es por ello que los especialistas en derecho penal (que reconocen el enorme valor de la teoría del delito) repudian enérgicamente el retrógrado sistema de juzgamiento a través de jurados. Ellos saben que si juzga una persona que carece de los conocimientos y experiencia necesarios, a la larga o a la corta se muere la ciencia penal y, con ella, los beneficios de la civilización.


Esto queda demostrado por el hecho de que no se ha escrito un solo libro sobre teoría del delito en Reino Unido o en EE.UU. En esos países no existe la ciencia penal, precisamente porque fue abortada por el juicio por jurados mucho antes de poder nacer. Las enormes falencias en materia de juzgamiento penal que ha ocasionado el juicio por jurados a estos países debería disuadirnos de importarlo a nuestras tierras.


Toda la cuestión se trata, en última instancia, de la eterna lucha entre la luz y la oscuridad, entre la ciencia y la ignorancia, entre la civilización y la barbarie, entre la razón y la irracionalidad.


Los jueces estudian la teoría del delito para poder impartir justicia mediante el uso de los valiosos conocimientos que brinda la ciencia penal. Así es como el saber se pone al servicio de la justicia. No es otra cosa que el iluminismo en su estado más puro. Es rendir honores al conocimiento. Se trata de la incansable vocación humana de evolucionar a través de la ciencia para lograr cada día una sociedad más sabia, justa y civilizada.


Los jurados, en la vereda opuesta, carecen de la preparación científica y experiencia judicial necesaria. Esa inexperiencia y falta de preparación se pone al servicio de la injusticia. Se trata de oscurantismo puro y del peor. Es el desprecio del conocimiento
Es el retroceso de la ciencia. Es una lamentable involución para la sociedad. Es el fracaso de la civilización.

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